LO QUE PERDIMOS
Autor: Catherine O’Flynn.
Editorial: Seix Barral.
ISBN: 978-84-322-2843-8.
Número de páginas: 313.
Reseña realizada por Celia Santos.
El centro comercial Green Oaks de Birmingan es el centro donde confluyen las vidas de cientos de personas que, como zombis acuden hipnotizados por sus tiendas, su música y sus ofertas.
Una noche, Kurt, el vigilante nocturno, observa tras los monitores de vigilancia la imagen de la pequeña Kate Meaney, una niña desparecida hace veinte años y que acostumbraba a pasearse por el recinto jugando a los detectives.
Espías y fantasmas no parecen ser una buena combinación. Cuando se trata de darle credibilidad, la historia suele desmoronarse. Pero quizá la clave está en cómo contamos esa historia. Huyendo de las extravagancias, las historias de castillos encantados y muertos vivientes que vuelven del más allá para atormentarnos, esta novela nos cuenta eso mismo, una historia de fantasmas, pero de forma tan natural que cuando el lector llega a la parte del espectro, ni siquiera se sobresalta, no se lleva un susto de muerte, sino que lo incorpora en la historia y continúa con la trama.
Podríamos decir que el personaje central de esta novela es el mismo centro comercial y que la autora realiza una autopsia del mismo mostrándonos al detalle todas a cada una de sus partes. Pero a la vez que disecciona al gigante de hierro y cristal, O’Flynn realiza un minucioso psicoanálisis de todos sus componentes a través, primero de la pequeña Kate, y después del vigilante y de una dependienta.
Con el estilo característico de muchas autoras inglesas, Catherine O’Flynn destila pesimismo, humor negro y descripción de detalles insignificantes que pueden llegar a traspasar la piel y hacernos sentir escalofríos.
Una historia redonda, donde en ocasiones el lector no tiene mucha idea de hacia dónde se dirige, pero la autora consigue, como si de un rebaño de ovejas se tratase, reunir todos los elementos y guiarnos hacia un final casi inesperado.
Sólo leyendo el último capítulo es posible entender la historia, aunque sea algo que, en ciertos momentos, llegue a desesperar al lector.
Autor: Catherine O’Flynn.
Editorial: Seix Barral.
ISBN: 978-84-322-2843-8.
Número de páginas: 313.
Reseña realizada por Celia Santos.
El centro comercial Green Oaks de Birmingan es el centro donde confluyen las vidas de cientos de personas que, como zombis acuden hipnotizados por sus tiendas, su música y sus ofertas.
Una noche, Kurt, el vigilante nocturno, observa tras los monitores de vigilancia la imagen de la pequeña Kate Meaney, una niña desparecida hace veinte años y que acostumbraba a pasearse por el recinto jugando a los detectives.
Espías y fantasmas no parecen ser una buena combinación. Cuando se trata de darle credibilidad, la historia suele desmoronarse. Pero quizá la clave está en cómo contamos esa historia. Huyendo de las extravagancias, las historias de castillos encantados y muertos vivientes que vuelven del más allá para atormentarnos, esta novela nos cuenta eso mismo, una historia de fantasmas, pero de forma tan natural que cuando el lector llega a la parte del espectro, ni siquiera se sobresalta, no se lleva un susto de muerte, sino que lo incorpora en la historia y continúa con la trama.
Podríamos decir que el personaje central de esta novela es el mismo centro comercial y que la autora realiza una autopsia del mismo mostrándonos al detalle todas a cada una de sus partes. Pero a la vez que disecciona al gigante de hierro y cristal, O’Flynn realiza un minucioso psicoanálisis de todos sus componentes a través, primero de la pequeña Kate, y después del vigilante y de una dependienta.
Con el estilo característico de muchas autoras inglesas, Catherine O’Flynn destila pesimismo, humor negro y descripción de detalles insignificantes que pueden llegar a traspasar la piel y hacernos sentir escalofríos.
Una historia redonda, donde en ocasiones el lector no tiene mucha idea de hacia dónde se dirige, pero la autora consigue, como si de un rebaño de ovejas se tratase, reunir todos los elementos y guiarnos hacia un final casi inesperado.
Sólo leyendo el último capítulo es posible entender la historia, aunque sea algo que, en ciertos momentos, llegue a desesperar al lector.
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