sábado, 28 de febrero de 2009

LA ESCLAVA - ANOUAR BENMALEK

Reseña realizada por Angi Sansón.

LA ESCLAVA.
Autor: Anouar Benmalek.
Editorial: Grijalbo
ISBN: 978-84-253-4280-6.
Número páginas: 412.


Nacido en Casablanca en 1956, Anouar Benmalek es matemático, periodista y escritor. Su país de adopción es Francia ( de hecho tiene las dos nacionalidades: francesa y argelina). Tras los disturbios de 1988 en Argelia en contra de la política del momento, se convirtió en uno de los fundadores del Comité contra la Tortura de de este país.

Su libro, “Los amantes de Argelia”, fue galardonado con el premio Ragid y “El niño de un pueblo antiguo”, ganó el premio del libro ORP.
Con “La Esclava” ha sido acusado de ultraje al islamismo.

Nos encontramos en la brillante España del Renacimiento, pero también en la oscura y cruel época del año 1610, en Sevilla.

Maria, una niña morisca, descubre que su padre y su tía siguen practicando la religión de sus antepasados lo que la llevará a vivir asustada por su origen y religión. Vendida como esclava a un pintor sevillano, Anouar Benmalek crea el retrato de una vida llena de humillación y sufrimiento.

No descubro nada peor que el no saber realmente quién eres, cuál es tu verdadera identidad y cuál tu creencia. María, no era en realidad María, su verdadero nombre era Aisha, “pero nos vemos en la obligación de mentir desde el día en que nacemos …. ¿lo comprendes, hija mía?”. Así le contaba el padre de María la triste realidad en la que se veían inmersos.

Cuando Felipe II crea “La Pragmática” (medidas para reducir las libertades religiosas de los moriscos), se produce la rebelión de las Alpujarras. María recrea ese contexto cruel en el que vivieron miles de musulmanes que habían permanecido, no lo olvidemos, en nuestras tierras durante ocho siglos, que se dice pronto. “Antes éramos la gloria de este país. Ahora somos el agujero del culo de España y, cristianos o no, tarde o temprano acabarán con nosotros”.

Si durante la primera mitad del siglo XVI hubo cierta tolerancia, es a partir de 1568 cuando la situación se recrudece, es el momento en que no sólo el morisco es un mal cristiano sino que cualquiera puede ser un mahometano disfrazado.

La única forma de sobrevivir al acorralamiento, vigilancia y desprecio de los cristianos viejos, (aquellos que demostraban una saga indudablemente entregada a la iglesia católica), era mintiendo. Rezaban a Dios durante el día y, a solas, entregaban su alma a Alá. Si tenían que comer cerdo, lo comían; si tenían que llevar a cabo celebraciones con vino, lo hacían también. “Como cerdo en pleno ayuno del Ramadán, bebo todo el vino que me apetece, honro a la Virgen, a Jesús y a todos los santos.” Y así hasta engañar a cualquiera de la devota religiosidad cristiana de todos ellos. Y eso fue lo que hizo María o Aisha, que son la misma persona, la misma hermosa berberisca que acabó estando únicamente segura del poder de su sexo.

Son tiempos de todos contra todos, con tal de salvar el pellejo. La Inquisición era temida por todos. “Desconfía hasta de tu propia sombra, María, porque podría denunciarte”.

Las dos primeras partes del libro son magníficas. La lectura te cautiva desde las primeras lineas. El lenguaje que utiliza el autor es crudo y preciso, sin barreras; la descripción de la época y los personajes son tan reales que casi puedes tocarlos y las escenas de sexo, presentes en la novela, son sensacionales.

La tercera parte, sin embargo, me costó algo más. María ya ha muerto y habla desde el más allá, siguiendo los pasos de su hijo Juan, por el que mintió, se vendió y dejó la vida. Quizá el hecho intangible de alguien contactando con nosotros después de su muerte, incluso obsesionada por el sexo a pesar de no estar ya aquí, son cosas que me cuestan creer.

Y lo peor es que María-Aisha ni en el más allá consigue descubrir dónde se halla el Ser Creador de todas las cosas. “De repente, he descubierto que no hay Secreto. O, si existe alguno, no presenta demasiado interés, en cualquier caso”.
Tanto sufrimiento para nada.

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