sábado, 14 de marzo de 2009

ENTREVISTA A FRÉDÉRIC LENOIR El oráculo de la luna.



Frédéric lenoir consiguio que "El oráculo de la luna" se convirtiera en todo un bestseller en Francia. Es filósofo, editor e historiador. Estuvimos con él y nos contó muchas cosas.




P Ha tardado quince años en escribir “El oráculo de la luna”. ¿Es demasiado exigente a la hora de escribir?
R Es cierto que soy muy exigente al escribir. Por otra parte, no tenía ganas de acabar la historia porque llegué a encariñarme mucho con los personajes.

P
Supongo que esos quince años no habrán sido sólo de escritura, sino de vivencias personales y experiencias que son las que han fraguado la historia.
R A lo largo de esos quince años tuve vivencias personales, hice viajes por los escenarios de la novela y leí cientos de obras relacionadas con la época. Sólo al final me dediqué a la escritura propiamente dicha.

P
Es usted filósofo e historiador de las religiones. ¿Cómo ve usted el panorama religioso en la sociedad actual?
R Por un lado se está produciendo una crisis de las instituciones religiosas, y por el otro una búsqueda espiritual personal en muchos individuos, dentro de su propia religión o de otras, y en muchos casos fuera de toda religión dogmática, aunque también hay personas que regresan a una religión cerrada porque tienen miedo, y la vuelta a unos valores que ellas consideran seguros les da tranquilidad.

P
La historia está contada de tal manera que, aunque se desarrolla en el siglo XVI, parece una crónica de algo vivido en primera persona. ¿Cómo consigue viajar 400 años en el tiempo?
R Nuestra propia época es similar a la del Renacimiento porque existe la sensación de que llega el fin del mundo y de los valores que han sustentado nuestra civilización hasta ahora, y además se está produciendo una apertura hacia nuevas formas de entender la vida y la espiritualidad. Por otra parte, el tema del amor y la aventura es universal, no es patrimonio de una época concreta.

P
Con la crisis actual, para la gente que no tiene dinero para un crucero por el Mediterráneo, podría recomendarles perfectamente este libro. ¿Qué lugar de los que menciona en su libro destacaría?
R Aunque todos los países y ciudades que aparecen en mi libro me gustan, y por eso los he incluido en la novela, el lugar que prefiero es Jerusalén. De todos modos, para vivir me decantaría por Italia.

P
Habla de grandes filósofos, cristianos y paganos, y de los intentos de algunos de ellos de conciliar filosofía y fe. ¿Son dos conceptos que están condenados a no entenderse nunca?
R En absoluto. En el Renacimiento filosofía y fe coexistían sin problemas. Fue más tarde cuando ambos conceptos empezaron a oponerse, aunque en este momento se están volviendo a unir. Yo mismo puedo conciliar perfectamente filosofía y fe, aunque siempre como ámbitos separados entre sí.

P
En su libro he leído una de las mejores explicaciones sobre zodíacos, cartas astrales y astrología en general. ¿No cree que es injusto que una ciencia tan bonita se haya relacionado a menudo con charlatanes y timadores?
R Me parece una lástima, aunque es cierto que hay muchos charlatanes. Los astrólogos deberían ser más humildes y no afirmar que la astrología es una ciencia, porque no lo es. Es un importante conocimiento simbólico que existe desde hace 5.000 años en todas las civilizaciones. En el Renacimiento, no existía oposición entre astronomía y astrología. De hecho, Kepler, un gran astrónomo, cultivaba también la astrología, y no la rechazaba porque fuese inexplicable desde el punto de vista intelectual.

P
He de confesar que durante la lectura de su libro he buscado por Internet páginas y programas que hacen la carta astral, y me he quedado sorprendida de la cantidad de ellos que hay. No dudo de que los cálculos sean correctos, pero ¿y las interpretaciones?
R Sólo una persona puede hacer la interpretación de una carta astral. Un ordenador no es capaz de hacerla, porque la astrología tiene una dimensión irracional que sólo puede interpretarse a través de la intuición.

P
La filosofía es clave en su libro. ¿Qué filósofos le inspiran?
R Entre los antiguos, me inspiran Platón, Epicuro, Aristóteles y Epicteto, que se interesaban por la cuestión de la vida real y la mejor forma de vivirla, y no por las abstracciones. Entre los modernos, prefiero a Montaigne, Spinoza y Nietzsche.

P
Hay una frase del libro que me ha llamado la atención. El starets del monte Athos le dice a Giovanni “Dios creó al ser humano en situación de inconclusión”. ¿Quiere decir que estamos sin terminar? Porque entonces entendería muchas cosas.
R Es cierto que el ser humano está inacabado. Tiene grandes potenciales y la posibilidad de mejorar y superarse en cuanto a conocimientos y amor. Esa es precisamente la grandeza de la condición humana.

P
Ese mismo personaje es el que afirma que existen tres males en el mundo: el orgullo, la ignorancia y el miedo. ¿Cuál es el peor de los tres?
R Sin duda el orgullo, que es de los tres el mal de carácter más voluntario y cuya superación depende por completo del libre albedrío. Los otros dos males, el miedo y la ignorancia, acompañan al ser humano desde su nacimiento, aunque también se pueden superar.

P
Ha vivido, según creo, en monasterios, antes de dudar de la existencia de Dios. ¿Encontró usted también a un San Efrén sepultado?
R La fe me llegó a la edad de 19 años y nunca la he perdido, aunque la fe y la duda siempre han coexistido en mi interior. El corazón y la intuición me inclinan hacia la fe, mientras que la inteligencia me lleva a la duda. Giovanni perdió su fe y la recuperó más tarde. Su fe era fanática y por eso hubo de perderla. En cambio, mi fe se asemeja a la que tiene Giovanni al final de su vida.

P
¿Qué pasaría si se descubriera algo así? ¿Estaría en entredicho la fe?
R Si se descubriese algo así, como por ejemplo que Moisés o Cristo hubiesen escrito “Dios no existe”, los integristas no le darían crédito. Los demás creyentes no le darían importancia porque su fe no se basa en las certezas. El propio Jesucristo dijo en la cruz “Señor, ¿por qué me has abandonado?”, y eso no ha sido una traba para la fe de millones de personas.

P
Me llama la atención la alusión a los iconos católicos de las iglesias. Siempre me he preguntado, con todo el respeto, si las imágenes de la Virgen no perturbaban de alguna manera la castidad de los frailes.
R En la vida real no, porque los iconos, que por cierto son ortodoxos y no católicos, no son sensuales. Se trata sólo de un recurso novelístico.

P
Pero la novela no es sólo filosofía, astrología y religión. También hay una hermosa historia de amor. ¿Por qué le hace sufrir tanto al pobre Giovanni?
R No hay que eliminar lo trágico de la existencia. La historia que narra la novela es un camino iniciático y por eso hay pruebas, como en todo amor verdadero. Quien vive de verdad siempre tiene que sufrir en algún momento; si evitas el sufrimiento, no vives.

P
Hay muchas cosas que destacaría de la novela, y una de ellas es la ternura de los personajes frente a la maldad de otros. ¿Cómo consigue no desviarse y mantenerlos a todos tan firmes en su personalidad?
R Yo no creo que los personajes sean tan simples. Por ejemplo, Elena es bondadosa pero tiene un momento de gran maldad; Giovanni sufre ataques de ira y vive momentos de amor. Es cierto que el anciano fanático católico no cambia y que Esther tampoco lo hace, pero eso es lo que ocurre en la vida.

P
¿Veremos una segunda parte de “El oráculo de la luna”?
R Me ha planteado la posibilidad de hacer una continuación porque me lo han pedido muchos lectores. En ella, (frase eliminada para no desvelar el final). En cualquier caso, si llevo a cabo esta continuación, será más tarde, cuando haya estudiado muy bien la trama.

P Muchas gracias y suerte con la novela.

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