LA COMERCIANTE DE LIBROS
Autor: Brenda Vantrease
Editorial: MAEVA
ISBN: 978-84-96748-67-5
Páginas: 524
Reseña realizada por Angi Sansón.
Brenda Vantrease trabajó como profesora de inglés y como bibliotecaria. Hoy en dia se dedica por completo a la escritura. Su afición a los viajes la llevó al conocimiento y estudio de la historia, apasionándose, sobre todo, con la Edad Media. “Estudiar la historia es como mirar una fotografía en el álbum”, dijo en una de sus entrevistas.
Y la fotografía que nos presenta con “La comerciante de libros” tiene tonos oscuros aunque tenuemente iluminados por un dorado haz de luz. ¿Y de dónde proviene esa luz? Podría ser de las hogueras contra los herejes o de aquellos que intentaban “dar luz” a la humanidad poniendo a su alcance la lectura de la Biblia.
Anna de Praga es la protagonista del relato contextualizado en un momento de la historia en el que la intolerancia religiosa se mezcla con el deseo de mantener el poder y el control de los hombres. Anna y su abuelo Finn se ganan la vida iluminando traducciones prohibidas de la Biblia. La resistencia a la tiranía de la iglesia enfrentada al empeño de las autoridades por no perder el poder llevaron a la quema de libros y a matar a los herejes, lo que lleva a Anna a huir de Praga tras la muerte de su abuelo. Inicia entonces un viaje hacia Francia e Inglaterra, sin dejar en ningún momento la labor de iluminar los libros prohibidos.
La novela es completa. La aventura de Anna Bookman la rodea de personajes maravillosos como la abadesa, la gitana Jetta el hermano Gabriel o el comerciante VanCleve, que en definitiva son la misma persona y, como no, el pequeño y adorable Bek.
La narración mantiene el interés hasta la última página. Si sólo nos quedamos en la lectura de la vida de Anna Bookman, nos encontramos ante una novela entretenida, atractiva y fascinante.
Pero a quien disfrute con la novela histórica o quien quiera descubrirla, este es su libro.
Absolutamente todo lo que pasa alrededor de la protagonista sucedió y la mayoría de personajes que se mueven a su alrededor, existieron. Un breve comentario sobre las figuras históricas de la novela, nos dará una idea.
- Iluminadores eran los encargados de realizar los dibujos que suelen llevar los manuscritos.
- John Wycliffe tradujo la primera Biblia completa en inglés. Negó la autoridad de los prelados, la transubstanciación (el dogma por el que el pan y el vino se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo), la venta de indulgencias que hacía el Papa y otras enseñanzas tradicionales. Sus seguidores fueron denominados LOLARDOS. Fue precursor en la Reforma inglesa protestante.
- Jan Hus (de Bohemia) fue continuador de las ideas de Wycliffe. A sus seguidores los llamaron husitas. Fue quemado en la hoguera.
- John Oldcastle fue procesado por herejía contra la Iglesia. Se escapó de la torre de Londres pero fue capturado y ejecutado y se convirtió en mártir. Fue amigo del príncipe Harry, convertido luego en el Rey Enrique V y bajo cuyo mandato murió St. John. Según palabras de la propia autora St John “se hizo cargo” de la historia que ella nos relata. Shakespeare también se inspiró en John Oldcastle para la creación del personaje de Falstaff en las dos partes de su obra “Enrique IV” y en “Las alegres comadres de Windsor”, aunque, leyendo la vida de St John, este personaje no le hace justicia.
- El arzobispo Arundel prohibió leer la Biblia de Wycliffe, influyó en el Rey Enrique IV e inició la cruzada contra los lolardos. Ardua tarea si tenemos en cuenta que en la época se decía que de cada dos hombres, uno era lolardo.
La novela nos ayuda a conocer más profundamente a todos ellos y a entender una época en la que la Iglesia y el poder iban de la mano. Clarificador resulta el diálogo entre el príncipe Harry y su tío, el Canciller Beaufort.
- “Arundel no es el Rey.
- Con todo respeto, Majestad, tampoco vos los sois mientras el Obispo de Canterbury no haya depositado la corona en vuestra cabeza y no os haya dado la bendición de Roma”.
La lectura da que pensar. En el siglo XV los lolardos tambalearon los pilares de una Iglesia poderosa y hermética. Hoy, la lectura de “La comerciante de libros” puede llegar a hacer tambalear (o por lo menos cuestionar) algunas de nuestras más arraigadas creencias, recordándonos, además, qué necio y cruel puede resultar algo que hoy en día sigue existiendo: la intolerancia religiosa.